mais sobre mim

Quinta-feira, 11 DE Março DE 2010

La economía española en la encrucijada

España lo tiene difícil. No puede hacer frente a la quiebra de un modelo y a la ofensiva especuladora por sí misma porque ni tiene fuerza endógena ni instrumentos para hacerles frente.

Juan Torres López | Le Monde Diplomatique | 10-3-2010 a las 0:14 |

www.kaosenlared.net/noticia/economia-espanola-encrucijada

La economía española se encuentra en una situación muy difícil. Su modus operandi de decenios anteriores está completamente agotado y la confluencia de tres factores decisivos (su pertenencia a una unión monetaria sin voluntad de disponer de políticas económicas que resuelvan las asimetrías que se dan entre los países que la componen, los rebrotes de la crisis financiera internacional y la peculiar situación de la política interna española) limitan casi totalmente la capacidad de maniobra que necesitaría el gobierno para logar que España saliera airosa de la situación.

La crisis y los problemas estructurales de la economía española: ¡ya no va más!

En España se produjo también la crisis estructural y el mismo tipo de ajuste neoliberal que en el resto del mundo y que, en última instancia ha sido el que ha provocado la última crisis financiera, una expresión más aunque mucho más grave de las consecuencias que lleva consigo el haber situado al capital y a la especulación financieros en el epicentro de la actividad económica. Pero aquí se ha producido un hecho diferencial que es la que a mi juicio explica que ahora esté sufriendo la crisis de modo también singularizado. Me refiero a la casi completa coincidencia de la crisis estructural y el ajuste con una salida pactada a la dictadura franquista que dejó en gran parte intacto sus modos de operar y los privilegios de los principales grupos de poder económico de la dictadura, y de ambas circunstancias con el tardío proceso de construcción del Estado de Bienestar en España que se inició en la transición y más concretamente con el primer gobierno del partido socialista.

La presencia combinada de todas esas circunstancias es lo que explica que ninguno de esos procesos haya salido como debiera haber salido para que hubiera fortalecido a nuestra sociedad y a nuestra economía. Y también algunos de sus rasgos estructurales que ahora pesan como una losa sobre nuestra economía:

- La debilidad de las clases trabajadoras y de sus sindicatos en contraste con el gran poder de los principales núcleos oligárquicos conformados durante la dictadura y que todavía siguen dominando los centros de gravedad de la economía española.

- La conformación muy imperfecta de instituciones decisivas como el mercado de trabajo (dual, de poder muy asimétrico y con fuertes residuos corporativos), el financiero (muy concentrado, protegido y con una perversa influencia sobre el poder político) y el propio sector público, poco eficaz como consecuencia de su gran dependencia de los intereses privados, lo que, entre otras cosas, ha impedido usar con toda su eficacia instrumentos esenciales de transformación social como la política fiscal (que no ha podido imponerse nunca sobre la aversión a los impuestos de las clases adineradas).

- Un gran déficit de capital social y humano y de estructuras de bienestar colectivo que ha influido negativamente en aspectos tan importantes como el desarrollo de la investigación y la innovación o la incorporación de las mujeres a los mercados laborales.

- La dificultosa y traumática vinculación de la economía española con el exterior, esclava del capital extranjero y obligada a competir mediante la especialización empobrecedora en bienes y servicios de poca calidad y bajo precio y recurriendo periódicamente a la devaluación.

- Una desigualdad originaria en el reparto de la renta que apenas si ha podido ser compensada por las políticas redistributivas y que en todo caso aumenta desproporcionadamente cuando éstas se debilitan.

El modelo social que nació de la combinación de estos rasgos es el que Vicenç Navarro ha denominado con toda razón como de bienestar insuficiente y democracia incompleta. Y el modelo productivo que se ha ido consolidando con esos mimbres es uno de baja productividad al estar basado en el uso más barato posible de la mano de obra; de escasa innovación y bajo valor añadido; dependiente del exterior y parasitario de los negocios, de las rentas y las subvenciones procedentes del sector público; de escasa fortaleza endógena debido a la desigualdad; altamente endeudado como consecuencia de la escasez de las rentas familiares y del poder político de la banca; desindustrializado como consecuencia de la externalización y de la supeditación a los intereses globales del capital extranjero que se ha hecho con las redes empresariales más importantes; con grandes tensiones sobre los precios como consecuencia del poder oligopólico que predomina en la mayoría de los mercados; altamente despilfarrador y gravoso para el medio ambiente; y, como consecuencia de todo ello, con una gran dependencia de la evolución del ciclo, tanto a la hora de generar actividad como, sobre todo, en cuanto a creación y destrucción de empleo se refiere.

Este modelo de crecimiento ya produjo en los primeros años de la transición, más tarde en los ochenta y en 1992-93 crisis y fases de gran debilidad y de pérdida de empleos, perturbaciones financieras muy costosas y desajustes con el exterior que, antes de entrar en la zona euro, se pudieron resolver, como he señalado, a base de sucesivas devaluaciones. Y lo que ha sucedido en los últimos años anteriores a la crisis actual es que todos estos rasgos se acentuaron e incluso se exageraron.

La entrada en el euro supuso inmensas entradas de capitales que favorecieron la acumulación de grandes patrimonios y un gran volumen de ahorro, si bien a cambio de perder la propiedad y el control sobre la práctica totalidad del aparato productivo, de una gran desindustrialización y de convertir así a la economía española en una fuente de renta para el capital extranjero a cambio de unos años de potentes ayudas y subvenciones que sostenían la demanda. Las reformas laborales permitieron la creación de miles de empleos precarios y de quita y pon. Los bancos, con la complacencia explícita de las autoridades monetarias, multiplicaron la oferta de crédito y el crédito abundante y más barato en términos reales en España que en el resto de Europa permitió mantener la demanda de consumo y que las empresas pudieran aumentar su poder de mercado y multiplicar sus beneficios. Los gobiernos establecieron las bases para un funcionamiento cada vez más especulativo y oligarquizado de la actividad económica, limitaron el esfuerzo para la creación de capital social (salvo en el caso de las obras públicas vinculadas al negocio de la construcción), renunciaron a establecer disciplina en los mercados, aliviaron las cargas fiscales sobre las rentas de capital, liberalizaron al máximo los mercados del suelo y la vivienda y todo ello alimentó una gigantesca burbuja inmobiliaria que se retroalimentó, proporcionando más liquidez y un incremento desorbitado de la deuda privada (lo que equivale a decir del negocio bancario, que llegó a ser en España mucho más rentable que en cualquier otro lugar de Europa).

En solo seis años, de 2002 a 2008 el crédito total a residente aumentó un 70% y el endeudamiento neto de la economía española, que había crecido un 82% entre 1999 y 2003, lo hizo un 243% en los cuatro años siguientes, dedicándose el 70% de la nueva deuda a la inversión en la burbuja inmobiliaria.

Para mantener el impresionante negocio de la burbuja los bancos y cajas españoles se endeudaron con otros bancos europeos. A diferencia de los de otros países, sus factor de riesgo no fue tanto la exposición a las hipotecas sub prime de Estados Unidos como la acumulación de activos vinculados a la burbuja inmobiliaria. Y, por eso, en lugar de ser receptores de riesgo por esa vía se convirtieron más bien en sus exportadores hacia los bancos que los habían financiado y que ahora se enfrentan temerosos a la situación económica de la banca y la economía españolas.

Por supuesto, ésta última sufrió el impacto de la crisis mundial. Era inevitable, aunque sus bancos no estuvieran tan directamente afectados por la difusión de hipotecas basura y sus derivados como los de otros países, porque, en todo caso, les afectaba el racionamiento del crédito que produjeron las quiebras bancarias y la desconfianza generalizada y, enseguida que estalló la burbuja en España, su propia descapitalización interna. Así que, al igual que en otros lugares, la banca española también cerró el grifo de la financiación a la economía provocando todo lo más que se podía extender la destrucción de actividad y de empleo.

Pero, a diferencia de lo ocurrido en otros países, el problema de la economía española era que hubiera entrado en crisis incluso aunque no se hubiera producido la financiera de nivel internacional.

Agotado su modelo badado en la actividad inmobiliaria y en la generación de deuda privada, la economía española estaba condenada a caer en barrena con independencia de lo que hubiera sucedido con las hipotecas basura.

Sin capacidad de maniobra

Ante esta situación el gobierno reconoció, aunque muy tardíamente que la economía española no puede seguir desenvolviéndose como hasta ahora y ha propuesto un cambio de modelo y la puesta en marcha de estrategias de recambio productivo. Aunque la mayoría de ellas se las ha llevado el viento de la recesión cuando el gasto para evitar el colapso y satisfacer la demanda de recursos de la banca ha desbocado el déficit público, que ha llegado al 11,4% del PIB en 2009.

Así se ha alcanzado una encrucijada muy delicada porque, por un lado, haría falta más gasto contracíclico pero, por otro, no hay ya prácticamente más capacidad para aportarlo. O se incurre en un gran sobrecoste en los mercados y se sufren los ataques especulativos y la extorsión política orientada a garantizar el pago y a evitar que de esa forma se afecte no solo a la imagen como deudor de España sino a la divisa europea... o se cambia de política, algo a lo que no parece estar muy dispuesto el gobierno ni para lo que se ha generado el clima y el poder social que pudieran hacer factible el cambio de estrategia.

Lo que está ocurriendo entonces es que, en lugar de que España viva una evolución de la crisis más o menos acompasada con el resto de los países centrales de la Unión Monetaria, sufre lo que llamamos un típico impacto asimétrico con respecto a ellos y como consecuencia, en este caso, de la debilidad añadida que le produce su modelo económico agotado.

El problema al que ahora se enfrenta España es el que advertimos muchos economistas en su día: una unión monetaria imperfecta que no dispone (porque se ha renunciado explícitamente a ello) de mecanismos de coordinación y reequilibrio.

Los teóricos de las uniones monetarias demostraron hace años que, en esas condiciones, es inevitable el desenganche de las economías impactadas, que sufren un deterioro en actividad y empleo que puede llegar a ser irreversible.

En esta coyuntura se añade además un factor que agrava la situación. Sabiéndose que es inevitable que se produzca, como se está produciendo, este desenganche, y conociéndose que la Unión Europea no tiene hoy día otra respuesta política que el más de lo mismo y ningún instrumento económico que pueda evitarlo, se está haciendo una verdadera y explícita llamada a quienes sostienen la deuda de la periferia europea, que seguramente no es ni la más elevada ni la más arriesgada desde el punto de vista de los compromisos de pago, pero sí la soportada por los estados política y económicamente más debiles y maniatados.

Es verdad que eso ha sido siempre así, o al menos eso es lo que ha ocurrido en los últimos decenios en diversos países y situaciones. Pero ahora el agravante es que, como secuela de los continuos ramalazos de la inconclusa crisis que vivimos, y como resultado de la financiación tan generosa de los bancos centrales y gobiernos a la banca internacional, la especulación financiera se encuentra de nuevo desatada.

La criminal paradoja que se está produciendo es que los bancos crearon la crisis, hundieron las economías, obligaron a que los estados se endeudaran para salvarlos y evitar la debacle y, puesto que ya no disponen de banca pública que hubiera podido hacerlo en otras condiciones, deben recurrir a los propios bancos privados que provocaron la crisis que así hacen ahora un negocio redondo suscribiendo la deuda. Y gracias al poder que mantienen impondrán condiciones draconianas a los gobiernos para que los recursos vayan, antes que nada, a retribuirla y garantizarla.

Finalmente, no se puede dejar de mencionar la debilidad añadida que provoca la peculiar situación política española. La derecha, en una gran parte formada y consolidada en torno a los grupos de poder nacidos del franquismo, no está dispuesta de ninguna manera a ceder en la presión continua al gobierno que, para colmo, se viene enfrentando a la crisis con análisis erróneos, zigzagueando, sin proyecto, cada vez con menos credibilidad y con un liderazgo social más debilitado que nunca. Y, por otro lado, los sindicatos no terminan de tomar el timón de los intereses de los clases trabajadoras y los grupos la izquierda del partido socialista se encuentran divididos y debilitados

España lo tiene difícil. No puede hacer frente a la quiebra de un modelo y a la ofensiva especuladora por sí misma porque ni tiene fuerza endógena ni instrumentos para hacerles frente. No tiene salida sin Europa pero el neoliberalismo que impregna a esta Europa es el responsable de gran parte de sus males.

Fuente: , nº 173, marzo de 2010

tags:
publicado por Rojo às 22:41
Quinta-feira, 11 DE Março DE 2010

O plano de austeridade implica regressões sociais devastadoras

Como foi na Grécia o chamado "Plano de Estabilidade e Crescimento"

por CADTM [*]

O governo grego acaba de anunciar a execução de um plano de austeridade que foi muito bem acolhido pela União Europeia e pelo Fundo Monetário Internacional (FMI). Mas para o CADTM, as medidas inscritas neste plano são simplesmente inadmissíveis. Isto que o governo de Atenas apresenta como uma solução face à crise não é senão a tomada da população grega como refém, intimada a arcar com a irresponsabilidade dos actores financeiros que provocaram ou agravaram a crise.

Este plano de austeridade pretende economizar 4,8 mil milhões de euros sobre as costas da população grega para reembolsar os credores. Servirão igualmente para pagar os honorários do banco Goldman Sachs, o qual sabe-se agora que ajudou o governo a dissimular uma parte da sua dívida. Na ementa, nomeadamente, estão:

  • congelamento do recrutamento e redução dos salários dos funcionários (importante baixa do montante dos 13º e 14º mês, diminuição dos prémios, após uma redução dos salários de 10% decidida em Janeiro);
  • congelamento das aposentadorias;
  • alta do IVA de 19% para 21%, quando se trata de um imposto injusto que atinge mais os mais desfavorecidos;
  • alta dos impostos sobre o álcool e o tabaco;
  • redução drástica dos orçamentos sociais, como o da Segurança Social.

Para o CADTM, estas medidas fazem parte do problema e não da solução. A crise actual é utilizada para acabar com as resistências face aos direitos sociais obtidos com muita luta. Longe de extrair os ensinamentos, os dirigentes das grandes potências e do FMI exercem uma pressão intensa para impor novas medidas neoliberais, para agravar as desigualdades, para precarizar ainda mais as populações. Ao mesmo tempo, nenhuma medida eficaz é tomada para fazer com que o peso da crise seja suportado por todos aqueles que são responsáveis e para impedir que novas crises se reproduzam no futuro.

O CADTM pede aos países afectados pela crise financeira para deixarem de escolher a opção neoliberal que levou o mundo ao impasse actual, quando existem escolhas radicalmente diferentes. O CADTM apoia a população grega que se mobiliza maciçamente em favor de uma ruptura com o modelo neoliberal. A socialização das perdas e a privatização dos lucros são princípios a rejeitar com urgência.

05/Março/2010
[*] Comité para a Anulação da Dívida do Terceiro Mundo

O original encontra-se em http://www.cadtm.org/Grece-le-CADTM-condamne-le-plan-d


Este artigo encontra-se em http://resistir.info/ .
tags:
publicado por Rojo às 22:18
Quarta-feira, 22 DE Abril DE 2009

Porque é que a economia espanhola continua a desabar?

Alberto Montero Soler; Março de 2009

A gravidade da situação da economia espanhola e as suas perspectivas actuais de pioramento a curto e médio prazo resultam, nesta altura, evidentes para qualquer cidadão.

A deterioração das principais variáveis económicas, chegando muitas delas a níveis desconhecidos na nossa história recente, e a velocidade do processo são traços indicativos de que se trata de um fenómeno sem precedentes próximos que permitam comparações, salvo talvez a crise de 1992-93.

É difícil questionar que a celeridade com a qual o desemprego está a aumentar constitui a manifestação mais evidente da gravidade da crise actual: de Janeiro de 2008 a finais de Janeiro de 2009 aumentou em mais de um milhão de pessoas, e situou-se no seu nível mais alto desde 1996, com 3.327.800 de desempregados (14% da população activa). Por seu lado, os dados de afiliação à Segurança Social recolhem que em 2008 se destruíram mais de 840.000 postos de trabalho.

Além disso, o que tanto se temia ocorreu: Espanha já se encontra tecnicamente em recessão, tendo em conta as quedas do PIB dos dois últimos trimestres de 2008, e todas as estimativas indicam que a contracção do PIB superará 1,5% em 2009.

Até aqui poderia parecer que não há elementos diferenciais entre os traços da crise económica espanhola e os de outras economias ocidentais: em quase todos os países, a crise financeira internacional está a deteriorar, com intensidade e velocidade dispares, as principais variáveis da economia real, aquelas que em maior medida incidem sobre a geração de riqueza e bem-estar.

Este facto favoreceu que as autoridades económicas espanholas tenham encontrado na crise financeira internacional o bode expiatório perfeito para lhe atribuir toda a responsabilidade pela situação actual e, martelando sem cessar o seu carácter internacional, tratem de eludir a quota de responsabilidade que lhes pudesse corresponder pelo estado de coisas actual.

No entanto, existe um importante elemento diferencial que, com um simples olhar, encaixa mal com o recurso ao automatismo simplista de atribuir ao contexto de crise internacional a causa única do curso que a crise em Espanha está a seguir. É que, enquanto no resto do mundo a crise financeira tem adoptado diversas expressões dessa natureza, já seja na forma de falência e/ou problemas graves de solvência de instituições financeiras, em Espanha esses problemas ainda não se manifestaram. O que, evidentemente, não quer dizer que não existam e se possam encontrar latentes sob uma forma diferente esperando o momento de explodir.

O estranho é que, apesar disso, a intensidade e celeridade com a qual se está a deteriorar a situação económica é, de longe, a maior da União Europeia e as perspectivas de que a situação melhore não são muito animadoras. Qual pode ser a razão?

OS DESEQUILÍBRIOS QUE NINGUÉM QUERIA VER

A comparação da crise em curso com a de 1992-93 permite destacar um importante elemento comum: em ambos os casos, os desajustes internos e externos da economia espanhola acabam por se tornar insustentáveis e provocam a necessidade de um ajuste que, ao não ser reconhecido e conduzido de forma ordenada pelos respectivos governos de turno, acaba por ser imposto sem contemplações por via do sector exterior.

Assim constatamos que, novamente, é a restrição externa que está a forçar o reajuste da economia espanhola, colocando-a perante as suas profundas contradições e pondo em xeque os governos de diferente signo político das últimas legislaturas. Governos que são responsáveis, tanto de estimular um padrão de crescimento insustentável económica e ambientalmente, como de não embridá-lo quando os primeiros sintomas de desequilíbrio começaram a aparecer, confiando em que as forças do mercado facilitariam um ajuste “suave” da economia espanhola.

Na origem desses desequilíbrios encontram-se uma série de circunstâncias amplamente vinculadas ao novo contexto económico e de política económica resultante após a criação do euro.

É que, se houve uma economia que aproveitou com intensidade as vantagens da criação do euro e, ao mesmo tempo, descuidou os efeitos perversos que dessas vantagens pudessem derivar a médio prazo sobre os seus equilíbrios económicos básicos, essa economia foi a espanhola.

A etapa de baixas taxas de juro que foi inaugurada com o aparecimento do euro permitiu que a Espanha, que tinha iniciado uma longa fase de expansão económica em 1997, beneficiasse de condições que, dado o diferencial de inflação da economia espanhola em relação aos seus sócios europeus, se distanciavam amplamente das que o Banco de Espanha deveria ter mantido se não tivesse cedido a sua soberania monetária ao BCE.

Isto levou a que, em determinados períodos, as taxas de juro reais em Espanha fossem negativas e, consequentemente, que os incentivos ao endividamento generalizado fossem quase irrefreáveis. Mas, também, a que Espanha pudesse financiar em condições muito vantajosas este longo período de crescimento de quase dez anos consecutivos de crescimento do PIB real acima de 3%.

Essa fase expansiva esteve acompanhada de um importante processo de criação de emprego (entre 1998 e o segundo trimestre de 2007, foram criados quase 7 milhões de novos postos de trabalho) e do incremento dos rendimentos económicos internos, sendo a construção o principal motor desta fase de expansão.

Desta forma, este longo período de expansão económica unido às vantajosas condições para o endividamento, permitiram que o incremento na oferta de moradias residenciais encontrasse uma procura nacional em condições de absorvê-la, reforçada pelo incremento da população imigrante e pelo turismo residencial europeu.

Conforme a dinâmica de revalorização continuada do preço dos activos imobiliários se mantinha no tempo, essa procura foi adoptando progressivamente um perfil mais especulativo; circunstância que se acentuava dada a baixa rentabilidade oferecida pelos tradicionais activos financeiros utilizados pela população para a manutenção da poupança.

Este círculo, aparentemente virtuoso e, como tal, exaltado por sucessivos governos, cedo entrou numa dinâmica que acabou por torná-lo vicioso.

Os factores que coadjuvaram a essa mutação foram, basicamente, três. Por um lado, a hipertrofia do sector imobiliário convertido em motor da economia e estimulado pelas expectativas de incremento continuado dos preços da moradia. Em segundo lugar, o recurso generalizado ao endividamento em massa por parte de famílias e empresas. E, finalmente, a dependência, para a manutenção oleada de toda esta engrenagem, do acesso por parte do sistema financeiro a recursos financeiros externos a baixo custo para poder atender à procura de crédito interna tendo em conta a baixa taxa de poupança nacional.

A bolha imobiliária estava servida e, como todo o fenómeno especulativo, a sua continuidade dependia de que nenhum dos factores que a alimentava colapsasse.

Se a este padrão de crescimento desequilibrado e de natureza especulativa juntarmos o já referido diferencial da taxa de inflação espanhola em relação às dos seus sócios europeus e os seus menores níveis de competitividade, encontraremos o outro grande desequilíbrio da economia espanhola: o seu tremendo déficit de conta corrente, que em 2008 chegou a 10% do PIB.

Um déficit que persistiu porque os diferentes governos foram incapazes de atalhá-lo por via de reformas estruturais e porque, além disso, a pertença ao euro, ao mesmo tempo que protegia a economia espanhola do ajuste pela via dos ataques especulativos, também tornava inviável o instrumento que em várias ocasiões tinha permitido corrigir este desequilíbrio: a desvalorização da moeda.

Face a estes desequilíbrios, a economia espanhola gozava de duas importantes fortalezas.

Por um lado, a posição de superavit fiscal e os reduzidos níveis de endividamento público em relação ao PIB, que lhe permitiram contar com um mínimo de almofada de segurança quando a crise começou a manifestar-se, mas que rapidamente, pelo menos no que ao saldo fiscal se refere, se esgotaram.

E, por outro lado, a relativa robustez do seu sistema bancário e financeiro, como consequência de que, desde o ano 2000, o Banco de Espanha obrigava bancos e caixas de poupança a dotar provisões genéricas para que, no caso de se produzir um aumento da morosidade, a posição financeira das instituições não se visse afectada. Se a essas reservas, que quando se iniciou a crise eram de mais de 30 mil milhões de euros, acrescentarmos as injecções de liquidez a partir do BCE, o Fundo de Aquisição de Activos Financeiros criado pelo governo e os avais do Estado para as emissões de dívida que realizem, poderemos entender por que não faliu ainda nenhum banco ou caixa de poupança espanhóis.

 

Continuar a ler aqui

 

Fonte Informação Alternativa

publicado por Rojo às 17:50

pesquisar

 

Julho 2013

D
S
T
Q
Q
S
S
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
31

comentários recentes

  • Quem é o autor deste texto?Poderia utilizá-lo para...
  • Estou a ver na televisao informacao sobre a greve ...
  • Obrigado, eu também acho que escrever é terapêutic...
  • Este texto bonito. escrever é uma terapia natural ...
  • Bravo, alguém lê este blog! E vem cá despejar o se...
  • Pfft! Conversa típica de comunista. O que ganhou P...
  • A Revolução de Abril vive!
  • A Grécia agora é Terceiro Mundo...
  • España va bien...
  • Gosto de falar com uma mulherGosto de falar com um...

Posts mais comentados

blogs SAPO


Universidade de Aveiro